¿Cómo detectar tempranamente y tratar la dislexia?

Las definiciones más usuales de la dislexia consideran que tiene un origen neurológico y destacan su carácter inesperado. La dislexia ocurre en niños que por nivel intelectual, capacidades visuales o auditivas y escolarización tendrían que aprender a leer y escribir con normalidad, pero resulta que no es así. Aquí explicamos cómo detectarla y cómo intervenir.

Juan C. Ripoll

La dislexia es una dificultad persistente para el aprendizaje de la lectura que, según datos internacionales, afecta a alrededor del 7 % de la población. Su origen no está claro, pero parece relacionado con la habilidad que nuestro cerebro tiene para procesar los sonidos del habla. Las definiciones más usuales de la dislexia consideran que tiene un origen neurológico y destacan su carácter inesperado. La dislexia ocurre en niños que por nivel intelectual, capacidades visuales o auditivas y escolarización tendrían que aprender a leer y escribir con normalidad, pero resulta que no es así.

 

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Cómo se manifiesta la dislexia

El principal síntoma de la dislexia es el bajo rendimiento en lectura y escritura. En los primeros cursos de Educación Primaria los problemas se pueden manifestar como errores excesivos al leer o al escribir, o lectura poco fluida. 

Existe una especie de mitología en torno a la dislexia que hace que mucha gente espere unas manifestaciones sorprendentes como que las letras se muevan durante la lectura, escritura en espejo o problemas de lateralidad. Sin embargo, la dislexia se suele manifestar de una forma menos llamativa, con:

  • errores variados en la lectura, 
  • mala entonación, 
  • interrupciones, 
  • correcciones, 
  • baja velocidad lectora, 
  • fallos en la escritura, 
  • faltas de ortografía, 
  • mal rendimiento escolar o necesidad de hacer un sobreesfuerzo para mantener un rendimiento digno,
  • evitación de actividades de lectura o escritura…

 

Estas manifestaciones se pueden confundir fácilmente con otros problemas. Por ejemplo,

no parece posible diferenciar con claridad entre la dislexia y el retraso

en el aprendizaje de la lectura.

 

Ni siquiera está claro que sean dos cosas diferentes. De hecho, la distinción entre ambos se hace, como diríamos en Navarra, «a toro pasado», según la respuesta a la intervención.

Es decir, si el trabajo de refuerzo de la lectura hace que se resuelve el problema, se considera que estábamos ante un retraso, pero si el problema persiste (aunque haya una mejora), se considera que se trata de dislexia. Lo que sí nos tiene que quedar claro es que las medidas de intervención son positivas para los que tienen retraso y para los que tienen dislexia.

Organizando la detección

La detección temprana de la dislexia es muy importante, porque la intervención en los primeros años de aprendizaje de la lectura y escritura parece ser más eficiente que la que se hace con posterioridad. 

Existen algunas herramientas que nos pueden ayudar en la detección de la dislexia, sin que ninguna de ellas haya mostrado ser especialmente fiable. En la detección se pueden utilizar cuestionarios o escalas de observación que nos ayuden a enfocarnos en la información relevante. Entre estos tenemos la colección de cuestionarios PRODISLEX o los cuestionarios PRODISCAT pediátrico. 

  • Algunas comunidades autónomas han propuesto sus propias herramientas, por ejemplo, Canarias, con los cuestionarios de Dificultades de aprendizaje en la lectura, escritura y cálculo o cuestionario CUDEA, o La Rioja, que en su reciente Protocolo de atención al alumnado con dificultad específica en lectura incluye una serie de cuestionarios de detección.
  • Otra forma de detección es utilizando pruebas estandarizadas. Entre estas tenemos algunas que tratan de predecir el riesgo de dislexia en niños que están comenzando o aún no han empezado el aprendizaje formal de la lectura. Por ejemplo, la Batería BIL 3-6, el Test para la detección temprana de las dificultades en el aprendizaje de la lectura y la escritura o la parte de la Batería DIX destinada a Educación Infantil. 

 

Las pruebas de este tipo valoran habilidades y capacidades como la conciencia fonológica, la velocidad de denominación o la memoria inmediata o de trabajo. El concepto de conciencia fonológica ya es bastante común en educación.

Creo que son menos familiares el de velocidad de denominación, que es la velocidad con la que eres capaz de nombrar elementos muy familiares, como los colores, y el de memoria de trabajo, que es la capacidad de recordar información mientras prestas atención a otra cosa.

 

También existen pruebas estandarizadas dirigidas a alumnado que ya se ha iniciado en la lectura. En este caso, no es fácil discriminar si se trata de pruebas de detección o de evaluación de la dislexia. Aquí tendríamos la parte de la Batería DIX destinada a los primeros cursos de Educación Primaria, el test DST-J o la prueba Dytective

 

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La evaluación de la dislexia

Sea cual sea el origen de las sospechas, es necesario que se haga una evaluación extensa y cuidadosa en la que:

  1. Se compruebe la gravedad de las dificultades o la magnitud del retraso en diferentes aspectos de la lectura y la escritura con pruebas estandarizadas individuales.
  2. Documentemos cómo esas dificultades no son puntuales, sino que se mantienen en el tiempo.
  3. Se compruebe que las dificultades de lectura y escritura no están producidas por una baja capacidad intelectual, una escolarización deficiente o irregular, una enseñanza inadecuada de la lectura ni por problemas neurológicos, visuales o de audición.
  4. Valoremos las consecuencias de esas dificultades en distintas áreas: aprendizaje, vida cotidiana, emocional, social…

Es importante tener en cuenta que los casos muy claros de dislexia son relativamente fáciles de detectar y la valoración que se hace es muy fiable, pero hay muchos casos poco claros o de frontera. Estos casos pueden depender de las pruebas concretas de evaluación que se utilicen, de la disposición del alumno cuando se hace la evaluación, o del criterio que se emplee para considerar cómo de bajo tiene que ser el rendimiento en lectura y escritura para considerar si hay dislexia o no.

La intervención en 4 pasos

El núcleo del tratamiento de la dislexia es la mejora de las habilidades de lectura y escritura, incluyendo la comprensión lectora y la expresión escrita. Pero reducir la intervención solo a eso sería reduccionista.

En la intervención en dislexia también son muy importantes las medidas de adaptación de la enseñanza y la evaluación, y el soporte emocional y social a la persona con dislexia.

Respecto a la mejora de la lectura y la escritura, hay que tener en cuenta que las únicas actividades que han mostrado ser eficaces son aquellas en las que o bien se trabajan directamente la lectura y la escritura o bien ejercitan la conciencia fonológica.

Trabajo de la conciencia fonológica

En el trabajo de conciencia fonológica se aprende a identificar los sonidos del habla (sílabas o fonemas), compararlos, añadirlos, suprimirlos o cambiar su orden. Existen bastantes programas para el desarrollo de la conciencia fonológica. Algunos, cuya eficacia se ha investigado son:

También hay programas y colecciones de actividades gratuitos, como:

 

Mejora de la lectura y la escritura

El alumnado con dislexia necesita más tiempo y actividades para conseguir alcanzar un determinado nivel de lectura o escritura. Por eso es importante que la enseñanza inicial de la lectura y la escritura sea sistemática y progresiva. Los métodos de enseñanza de la lectoescritura de tipo fonológico, en los que se enseñan directamente las relaciones entre letras y sonidos, favorecen ese tipo de enseñanza. 

Otras claves importantes son: 

  • practicar con mucha frecuencia lo que se ha aprendido 
  • y conseguir que el alumno organice los sonidos según el orden en que aparecen las letras (o las letras en el orden de los sonidos si está escribiendo), tratando de evitar estrategias de adivinación. 

Normalmente se introducen primero las letras más frecuentes y sencillas, utilizando sílabas de dos letras (CV -consonante y vocal- y VC) para introducir progresivamente letras con menor frecuencia, letras con reglas complejas («c», «r», «g») y dígrafos («ch», «gu», «ll», «qu»). También se introducen progresivamente estructuras silábicas más complejas (CVV, CVC, CCV y otras con más cantidad de letras). 

 

En cuanto el repertorio de «cosas que el alumno es capaz de leer» tiene un tamaño suficiente, se introducen oraciones y textos de una longitud que esté a su alcance. Su lectura será más provechosa si se trabajan con técnicas de lectura asistida, como:

  • Modelado: el alumno escucha cómo un lector competente lee el texto antes de hacerlo él.
  • Lectura simultánea: el alumno lee al mismo tiempo que un lector competente, que reduce su velocidad de lectura ajustándola a la del alumno con dislexia.
  • Gestión de errores: si el alumno no autocorrige un error de lectura, se señala y se le da una ayuda para que lea correctamente el segmento en el que se ha equivocado.
  • Lectura preexaminada: se practica el texto o sus palabras más complejas con el alumno antes de que lo lea en voz alta.
  • Lecturas repetidas: el alumno practica la lectura de un texto breve y sencillo hasta que lo domina.

Algunos programas de intervención incluyen actividades de estimulación de la velocidad de denominación o de la memoria de trabajo, sin que esté claro cuál es su efecto sobre la lectura y la escritura.

Adaptaciones

Otra parte de la intervención se ocupa de realizar las adaptaciones metodológicas necesarias para que el alumnado con dislexia alcance los objetivos del currículo escolar. Hay adaptaciones para la enseñanza, como reducir la extensión de los textos, facilitar resúmenes o esquemas, o dar formas alternativas de acceder a los contenidos, como grabaciones, vídeos o herramientas de conversión del texto a voz.

En la evaluación del alumnado con dislexia es importante garantizar que se estén valorando sus aprendizajes y no sus habilidades de lectura y escritura. Algunas ayudas para esto pueden ser:

leer en voz alta las preguntastranscribir las respuestas del alumnodar más tiempo para realizar las evaluaciones
permitir los procesadores de texto o de la corrección ortográficareducir la extensión de las pruebas de evaluación escritasemplear herramientas informáticas de dictado

 

Existen algunas guías o protocolos que sugieren muchas más medidas de adaptación de la enseñanza y la evaluación, por ejemplo:

  1. Protocolo de atención al alumnado con dificultad específica en lectura.
  2. Entender y atender al alumnado con trastornos de aprendizaje.
  3. Guía para el éxito escolar del alumnado con dislexia.

Soporte emocional y social

En cuanto a la ayuda de tipo más personal, habría que evitar criticar o ridiculizar la lectura o escritura del alumno con dislexia y no forzarle a leer ante los demás si se siente incómodo. Desde un punto de vista más positivo, es conveniente dar a la clase una información realista pero positiva de qué es la dislexia, qué problemas produce y cómo, con esfuerzo y ayuda, las personas con dislexia pueden llevar una vida satisfactoria y productiva, y llegar a ser excelentes en su trabajo. 

Finalmente, ten en cuenta que el alumnado con dislexia se sentirá más cómodo si en el aula se dan distintas alternativas para el aprendizaje y la evaluación, de modo que pueda elegir las que le resulten más eficaces, sin que eso le diferencie del resto de sus compañeros.

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Más información en el blog de Juan Cruz Ripoll

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